Este nivel es el que propicia el primer contacto de socialización dentro de una institución educativa a cada persona. Conlleva un gran regalo y una gran responsabilidad ser parte de esperar cada  día a los niños y niñas, que junto a sus familias llegan a nuestra querida escuela y disfrutar juntos de los primeros pasos de nuestro proyecto educativo que emerge del Ideario Institucional. 

Pertenecer a la Comunidad Educativa de la Escuela Nuestra Señora de Guadalupe supone poder crecer viviendo los valores del Evangelio con profundo espíritu franciscano, construyendo un ambiente de familia donde reine el respeto, el diálogo, el espíritu de servicio, la solidaridad y el cuidado de todo, siendo portadores de Paz y Bien. 

Hemos elegido dos ejes vertebradores nuestras acciones educativas: la Alfabetización Emocional y Construcción de Subjetividades Solidarias proponiéndonos  en el transitar de su formación cada niño y niña despliegue sus posibilidades en el desarrollo de:

• La dimensión intelectual: para organizar, ejercitar y fortalecer su inteligencia y capacidades cognitivas de manera que pueda asimilar y comprender cualquier situación o problema.
• La dimensión afectiva: para promover la autoestima y establecer relaciones fraternas.
• La dimensión física: para aceptar y cuidar el propio cuerpo y el de sus pares. Potenciar sus habilidades físicas y motrices, adquiriendo hábitos de vida sana.
• La dimensión estética: para cultivar la sensibilidad y el respeto por las diferentes manifestaciones naturales, artísticas y culturales.
• La dimensión social: para tomar conciencia de las diferencias individuales respetando las convicciones de los demás y así construir en forma armónica y cooperativa un mundo más justo y humano.
• La dimensión ética: para poder ir adquiriendo la capacidad de analizar y asumir los valores del contexto social con espíritu positivo y constructivo, asumiendo poco a poco su propia mirada y sentido crítico con un aporte activo a la sociedad.
• La dimensión trascendente: despertar el interés por conocer el pasado del ser humano en la sociedad que da sentido a la vida presente y futura, abriéndose al hecho religioso como posibilidad de una realización personal rica y plena.